El doctor forzó un parto vaginal, cuando la posición del feto, requería una cesárea. Esta decisión y otras causaron al neonato un daño cerebral permanente.
El parto es, sin duda, un momento especialmente complicado, puesto que afecta a dos personas a la vez. Y una de ellas es especialmente vulnerable. En el caso que hoy destacamos el doctor forzó un parto vaginal, cuando la posición del feto, requería una cesárea. Esta decisión y otras causaron al neonato un daño cerebral permanente.
Son muchos las dificultades que pueden presentarse a la hora del parto. En este caso, pese a que la madre estaba dilatada, el bebé nos descendía por el canal del parto. De hecho los especialistas utilizan, entre otros sistemas, los planos de Hodge para señalar en qué punto de se encuentra la cabecita. Para cada caso, y teniendo en cuenta las circunstancias se establecen unos protocolos de actuación. En el caso que nos ocupa el protocolo establece que ante síntomas de sufrimiento fetal, lo adecuado es realizar una cesárea. Aplicar instrumental, como fórceps, en esta situación está totalmente contraindicado.
Sin embargo, si no existe peligro, lo mejor es esperar a que el cuerpo de la madre se relaje y el feto pueda recorrer el canal. Las prisas nunca son buenas consejeras. Y tras cuarenta y cinco minutos, el obstetra posiblemente se impacientó.
Pese a todo, el médico decidió aplicar instrumental. Como consecuencia, tras el parto, el neonatólogo detectó petequias en la espalda del bebé. Las petequias son lesiones rojizas y pequeñas que muestran derrames vasculares.
Horas después en el parte de enfermería, se había señalado que la madre había advertido del malestar del bebé y las petequias continuaban. Para valorar el estado del bebé se le realizó una analítica. Los resultados alertaron de que algo estaba pasando porque al menos seis parámetros mostraban alteración. Sin embargo, no se realizaron más pruebas. El tiempo pasa y el niño inicia un cuadro de espasmos, que con el paso de las horas se convierten en convulsiones.
En este momento se coloca al neonato en la incubadora, se analiza el estado y se observa que el ritmo cardiaco ha descendido y que la saturación de oxígeno está por debajo del 90%. Se le traslada a otro hospital con mayores medios.
Un traslado que llega tarde. Puesto que desde el inicio de las señales hasta que el niño recibe tratamiento y atención han sido cruciales. Como consecuencia de la falta continuada de oxígeno en el cerebro, el bebé sufrió un daño cerebral irreparable.
La valoración y las secuelas no dejan dudas. Durante el trabajo del parto, el bebé sufrió una hemorragia intracraneal como consecuencia del instrumental utilizado. Dicha lesión provocó las convulsiones, epilepsia y la encefalopatía hipóxico-isquémica permanente.
Tras iniciar la acción judicial, se alcanzó un acuerdo extrajudicial con la compañía aseguradora del Servicio Catalán de la Salud, valorando los daños y perjuicios causados en la cantidad de 1.000.0000 de euros.